Héctor explica que hasta que tuvo alrededor de 14 años, estuvo en Paideia, una escuela que se encontraba en Extremadura y que tenía como peculiar que era un centro libertario anarquista.
La definía como una escuela "muy distinta a las demás", en la que algo tan habitual para nosotros como los exámenes o los trabajos, allí no existen.
Paideia se trataba de una escuela familiar, con mucha cercanía entre los alumnos y el profesorado (los cuáles no cobraban), ya que tenían en el mismo poder en el centro. En ella, cada persona era libre de elegir que estudiar o hacer y en que momento hacerlo, y, a parte de los conocimientos, se intentan transmitir valores como la solidaridad, el afecto y el aprecio a la naturaleza.
A principio de curso, cada niño (independientemente de su edad, algo de lo que Héctor no está de acuerdo), se autoexigía que quería aprender ese año y que cantidad de trabajo (cuadernillos) iba a realizar. Si lo hacia correctamente, no había ningún problema, pero si no lo hacía, pasaba a ser un "mandado" (alguien al que todo el mundo podía mandar hacer cosas, incluso los propios alumnos).
Una de las cosas que más me sorprendíó fue como solucionaban sus problemas: cada día hacían asambleas, una como mínimo a primera hora de la mañana (asamblea general), dónde se distrbuían las tareas diarias. Y también existían otro tipo de asambleas que podian ser convocadas por caulquier persona en cualquier momento para resolver cualquier problema.
La exposición de Héctor Solís me ha parecido muy interesante. Es extraño encontrar historia como la de él, ya que nunca me habría imaginado que existiera este tipo de centros como Paideia. Personalmente, aunque me parece que hay cosas que estarían muy bien coger de este modelo, como trabajar juntos desde pequeño, desarrollar nuestra creatividad,... pienso que no encajaría en nuestra sociedad.
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